Comenzando por el principio

"Una buena crítica no tiene por qué dañar a nadie, una opinión dicha de buena manera y sin insultar no tiene por qué hacer que la gente se ofenda."

martes, 27 de diciembre de 2011

Cuando el río suena... es porque agua cae


Dicen muchas cosas sobre la infidelidad. Joaquín Sabina dijo “Los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres, mejor”. Pero yo creo que este “fenómeno” que se remonta al principio de los tiempos va más allá que unas cuantas frases y unos cuantos estereotipos que lo meten todo en el mismo saco. La infidelidad es algo desesperado, casi siempre egoísta y desconsiderado. En realidad este tema es tan variado y general que resulta muy complicado hablar de él. Lo cierto es que a mí siempre me ha molestado mucho, siempre he mirado mal al infiel, siempre he fruncido el ceño cuando veo algo así, sea donde sea. Porque la infidelidad es algo despreciable en la mayoría de los casos. Es perder la confianza de tu pareja, es dejar a tu pareja de lado para ir a retozar con otra persona, es, en definitiva, una ruptura del amor y el cariño entre una pareja.

Y luego está el hecho de la otra parte, la que no sufre, la que no ha sido engañada, la que, en la mayoría de los casos, no engaña, la que disfruta. ¿Y si esa persona con la que alguien le es infiel a su pareja no sabe nada sobre ese hecho, qué pasa si desconoce que está compartiendo “tiempo” con alguien que ya tiene a otro alguien? Es algo rastrero por parte del infiel, ¿Pero qué más da? Ya está siéndolo al engañar a su pareja. Pero pongámonos en otro caso ¿Y si la tercera persona conoce la verdad y aún así acepta seguir adelante? Eso sí que sería algo horrible, malintencionado.

Después estaría la excusa de que la pareja no le satisface en la cama, bien, entonces ¿Por qué no se lo cuentas directamente a ella? Cuéntaselo, si no puedes seguir con él, no lo hagas. ¿Qué tienes que perder si de todos modos ya no te gusta? ¿Es sólo para hacerle daño? Se le podría evitar el sufrimiento a esa persona, porque podríamos poner una balanza para comprobar cuál de las dos cosas haría más daño a la pareja engañada, y entonces y sólo entonces, veríamos qué duele más, si descubrir que no te desean o enterarte de que eres un segundo plato.

jueves, 15 de diciembre de 2011

El término "gay" como insulto


Hoy, y después de mucho sin escribir, vengo no con una noticia, sino con un tema que empecé a discutir con una compañera de clase y que derivaba de otro tema. Se trata del uso del adjetivo “gay” como insulto. Bien, teniendo en cuenta que la homofobia está superada por la gran mayoría de la gente joven en general, en tanto a aceptarlos como iguales a nosotros se refiere, no entiendo, entonces, por qué muchos insultan a los que no les gustan o no les caen bien llamándolos “gays”. Quiero mostrar mi indignación ante esto, ante la hipocresía de la sociedad, ya no sólo de los jóvenes, sino de todos aquellos que se las dan de tolerantes para con los homosexuales y después van usando ese calificativo de forma despreciativa. ¿Por qué? Porque la sociedad aún no se acepta a sí misma. Puedes aceptar a los que son “diferentes” a ti pero siempre quedará esa rencilla, esa “repulsión”, ese sentimiento reacio.

He visto muchas estupideces de estas en youtube, por ejemplo, donde la gente no se corta un pelo para insultar y sacar basura por la boca como descosidos. No mencionaré nombres pero sí un caso en particular (De todos modos sabrán de quién se trata), porque es el que recuerdo, el más reciente, o mejor dicho, el más continuo. Se trata de un escándalo, porque sí, no es como los de revistas del corazón como Hola o Pronto, pero son un verdadero escándalo que la gente se toma demasiado a pecho. Personas que defienden a un crío que tiene la fama subida a la cabeza, personas cuerdas que defienden lo suyo de forma civilizada y, después, está el resto: Los “renegados”. ¿Cómo tiene la gente la poca decencia de llamar a alguien “gay” porque no les gusta? Resulta incomprensible el porqué de estos “arranques”. Poniéndonos en el mal lugar de recurrir a los insultos en lugar de a una crítica, ¿No hay suficientes como para tener que acudir a esos vocablos que se usan para determinar la sexualidad de una persona y no para desprestigiar a otra o hacerla sentir mal comparándola con alguien de dicha orientación sexual? Es decir, no me refiero a que llamándolos así quiten prestigio al objetivo, sino al hecho de que lo usen con ese sentido.

Por todo esto, y para finalizar, a los que hacen esto les digo: “Tengan un poco de cerebro y esfuércense en hacer una crítica constructiva, no es lo mismo el odio que la indignación, y no usen los términos equivocados para las situaciones inadecuadas. No sean hipócritas.”; y a los que sufren de esto, les mando el siguiente mensaje: “No se ofendan, no es ningún calificativo que deba ofender, todos somos personas, y sé que aún hay muchas que no aceptan esta sexualidad porque es algo “diferente”, algo que desconocen, y que por eso ustedes pueden sentirse incómodos al ser llamados así ―sean o no de esta orientación sexual―, pero lo único a lo que hay que “despreciar” es a los psicópatas asesinos, violadores y demás escoria humana que puebla este mundo cruel y despiadado.”

Y díganme ¿Qué piensan ustedes?